Edadismo: definición, significado y ejemplos
El concepto de edadismo fue acuñado en 1969 por Robert Butler, un gerontólogo estadounidense, quien lo definió como los prejuicios y estereotipos que surgen de las actitudes hacia la edad. Desde entonces, el término ha servido para describir un fenómeno que afecta principalmente a personas mayores, aunque también se manifiesta hacia los jóvenes en ciertos contextos.
En su sentido amplio, el edadismo abarca actitudes negativas, políticas y prácticas discriminatorias que limitan la integración y participación de las personas en la sociedad, perpetuando estereotipos perjudiciales y dificultando un envejecimiento saludable y digno.
Este fenómeno influye no solo en nuestras relaciones personales, sino también en las estructuras e instituciones que rigen la vida en comunidad, como el acceso a servicios médicos, el ámbito laboral y los medios de comunicación. Combatir el edadismo implica cambiar tanto la forma en que percibimos la edad como nuestras actitudes y comportamientos hacia personas de todas las generaciones.
Definición de edadismo
El edadismo se define como el conjunto de estereotipos, prejuicios y conductas discriminatorias hacia personas o grupos de personas en función de su edad. Puede manifestarse de distintas maneras: desde la falta de respeto hacia las opiniones de una persona mayor, hasta la exclusión de oportunidades laborales o educativas.
Aunque afecta a personas de todas las edades, sus consecuencias suelen ser más profundas para los adultos mayores, quienes pueden ver restringidos sus derechos, bienestar y oportunidades de participación social.
El edadismo se manifiesta a nivel individual y estructural. A nivel individual, se expresa en las actitudes y creencias que las personas sostienen hacia la vejez o la juventud. A nivel estructural, surge en instituciones y políticas que limitan la autonomía o acceso de las personas a servicios básicos en función de su edad.
Edadismo según la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el edadismo como una categorización de las personas basada en su edad, que da lugar a estereotipos y prejuicios con efectos profundos en la salud, el bienestar y la cohesión social.
Según la OMS, una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo cual afecta negativamente la calidad de vida de los mayores y supone una carga económica para las sociedades de miles de millones de dólares anuales.
La OMS advierte que, además de perjudicar la salud física y mental, el edadismo contribuye al aislamiento social, a la soledad y a la exclusión laboral, limitando el potencial de las personas y reduciendo su autonomía.
Significado e implicaciones del edadismo
El edadismo tiene una repercusión amplia en la forma en que entendemos y valoramos a las personas en función de su edad. Con frecuencia, el edadismo da lugar a la exclusión y estigmatización de los mayores, limitando su participación en la sociedad y perpetuando la creencia errónea de que son personas dependientes, carentes de capacidades o menos competentes que las generaciones jóvenes.
A su vez, el edadismo puede afectar también a las personas jóvenes, quienes en muchos contextos pueden ser vistas como inexpertas o incapaces de tomar decisiones responsables. En este sentido, el edadismo afecta a todas las edades y genera barreras en múltiples ámbitos, desde el acceso a oportunidades laborales y educativas hasta la toma de decisiones en entornos familiares y sociales.
¿Cómo saber si somos edadistas?
Identificar si tenemos actitudes edadistas no siempre es fácil, ya que estos prejuicios están profundamente arraigados en la cultura y a menudo pasan desapercibidos. Sin embargo, podemos hacer un ejercicio de autoconocimiento observando cómo hablamos y nos comportamos con personas de diferentes edades. Algunos indicadores de actitudes edadistas incluyen:
- Lenguaje infantilizador: Emplear un tono condescendiente o simplificar el lenguaje al hablar con personas mayores puede reflejar una actitud edadista.
- Menosprecio de opiniones: No tomar en cuenta las opiniones o decisiones de alguien en función de su edad. Esto ocurre tanto con personas mayores, cuyas decisiones a veces son ignoradas, como con jóvenes, cuyas opiniones pueden ser desestimadas.
- Generalizaciones sobre la vejez: Asumir que todas las personas mayores son iguales, por ejemplo, que son «frágiles», «olvidadizas» o «inflexibles».
Para combatir estas actitudes, es importante revisar cómo nos relacionamos con las personas de otras edades y reflexionar sobre si estamos limitando sus derechos o su autonomía. La OMS recomienda un enfoque de sensibilización intergeneracional para reducir estos prejuicios, fomentando el respeto y la cooperación entre personas de distintas edades.
Ejemplos de edadismo
El edadismo se manifiesta de diversas maneras en la vida cotidiana. A continuación, presentamos algunos ejemplos comunes:
- Infantilización: Tratar a las personas mayores como si fueran niños, a través de expresiones como «abuelito» o «viejecita», así como el uso de un tono de voz melódico y simplificado. Este comportamiento asume que las personas mayores no son capaces de comprender o decidir por sí mismas, lo cual limita su autonomía.
- Despersonalización: No tener en cuenta las preferencias y necesidades individuales de las personas mayores, tratándolas como un grupo homogéneo. Expresiones como «los jubilados» o «los viejos» invisibilizan las diferencias individuales y perpetúan la idea de que todos los mayores son iguales. Esta actitud puede llevar a que se ignore la diversidad de experiencias y perspectivas que existen en la vejez.
- Deshumanización: Privar a las personas mayores de su autonomía y de la toma de decisiones sobre sus propias vidas. Ejemplos de este tipo de edadismo incluyen ignorar las preferencias de los mayores en temas como su cuidado o residencia y utilizar términos peyorativos como “trasto” o “carca”, que los reducen a una imagen negativa y degradante. La deshumanización también se observa cuando las personas mayores son excluidas del ámbito laboral o cuando se les limita el acceso a ciertos tratamientos médicos.
Cada uno de estos ejemplos ilustra cómo el edadismo se manifiesta en el lenguaje, el comportamiento y las instituciones. Combatir estos estereotipos y prejuicios no solo es un paso hacia una sociedad más justa, sino también hacia una mayor comprensión y respeto hacia todas las generaciones.