Con discapacidad auditiva desde el nacimiento, Marcos Pereira descubrió su vocación teatral a los seis años. Lo que comenzó como una forma de mejorar sus habilidades sociales, pronto se convirtió en su motor de vida, conduciéndole a formarse en Teatro Gestual en la RESAD, donde fue el primer estudiante con discapacidad auditiva en graduarse. Hoy, tras proyectos como Tribus, sigue dedicándose a la actuación, abriendo camino para futuros artistas con discapacidad. Conversamos con él sobre su trayectoria y los retos que ha enfrentado.
Desde una edad temprana, el teatro jugó un papel importante en tu vida. ¿Cómo influyó esta disciplina en tu trayectoria y en qué momento decidiste que sería tu vocación?
Mi primer contacto con el teatro fue casi por casualidad, como una forma de mejorar mis habilidades sociales, pero pronto descubrí que era mucho más que eso. A medida que crecía, me di cuenta de que estar en el escenario me permitía expresarme de una manera que iba más allá de las palabras, algo que me resultaba muy liberador. En la adolescencia, comprendí que mi discapacidad auditiva no tenía que ser un obstáculo para seguir este camino. Gracias a la confianza de mis profesores y a mi formación en la RESAD, finalmente encontré mi verdadera vocación en el teatro gestual, donde pude combinar interpretación y movimiento.
Eres el primer estudiante con discapacidad auditiva que se ha graduado en la RESAD, en la especialidad de Teatro del Gesto. ¿Qué desafíos enfrentaste durante tus años de formación en una institución con más de 200 años de historia?
En efecto, fue un desafío, pero también tuve la suerte de contar con la figura de David Ojeda, un profesor que desde el principio se mostró muy comprometido con mi formación. No había ningún precedente, por lo que no existían adaptaciones curriculares ni medidas de accesibilidad claras en la RESAD para alguien con mi discapacidad. Recuerdo que al principio no sabían cómo proceder, pero David me ayudó a adaptar ciertas pruebas, sobre todo la parte musical, que representaba una gran dificultad. Aún así, traté de seguir el mismo plan que mis compañeros. Las adaptaciones que necesité fueron mínimas, como mantener los ojos abiertos en ciertos ejercicios para poder leer los labios. Afortunadamente, no necesité un gran esfuerzo por parte de los profesores, pero sí reconozco que, para otros estudiantes con discapacidades más complejas, la situación podría haber sido diferente.
¿Sientes que has abierto puertas para futuras generaciones de actores con discapacidad?
Creo que, de alguna manera, he trazado un camino, pero soy consciente de que cada persona con discapacidad tiene sus propias necesidades y desafíos. Mi caso fue algo excepcional porque no necesité muchas adaptaciones, pero esto no significa que todo esté resuelto. Siento que la institución aún tiene un largo recorrido por delante para garantizar que los futuros estudiantes con discapacidad tengan las mismas oportunidades que yo. Me gustaría pensar que he abierto puertas, pero también es importante que las instituciones se preparen y estén dispuestas a hacer el trabajo necesario para que esas puertas se mantengan abiertas para todos.
En anteriores entrevistas has mencionado que te atrae el teatro gestual porque te permite combinar interpretación y movimiento. ¿Cómo has logrado integrar tu pasión por la danza y la interpretación en tu trabajo sobre los escenarios?
Todo comenzó por casualidad. Empecé en el teatro con tan solo cinco o seis años, y alrededor de los diez, me interesé por la danza. Durante un tiempo compaginé ambas disciplinas, pero finalmente tuve que tomar una decisión y me incliné por el teatro. Sin embargo, siempre me quedó esa “espinita” de la danza. Continué haciendo teatro de texto, aunque a veces incluía elementos gestuales. Fue más adelante, cuando me involucré en lo que realmente me apasionaba, el teatro gestual, donde descubrí una combinación de movimiento, texto y danza que me permitió fusionar ambas pasiones. Y ahí fue cuando todo encajó.
Tu primera incursión profesional fue con la obra Tribus en el Teatro Valle-Inclán, bajo la dirección de Julián Fuentes Reta. ¿Qué significó para ti este proyecto y cómo influyó en tu carrera?
Mi entrada en Tribus también fue bastante inesperada. Aunque uno trabaje duro y tenga talento, en este mundo muchas veces también influye estar en el lugar adecuado en el momento justo. Yo fui a un taller sin expectativas, pero Julián Fuentes Reta me observó y me seleccionó. Recuerdo que me preguntaba: “¿Por qué yo? Su respuesta me marcó: “Porque eres un profesional que se ha formado para esto”. Fue un reconocimiento a mi constancia y mi formación, algo que no siempre sucede en una profesión donde el intrusismo laboral es común. Tribus fue una experiencia muy enriquecedora, no solo por la obra en sí, sino también porque me permitió profundizar en la lengua de signos, algo que hasta entonces no dominaba del todo.
En una entrevista mencionaste que no quieres que se te encasille en papeles de personajes sordos. ¿Qué cambios crees que son necesarios para que actores y actrices con discapacidad no sean limitados en sus oportunidades?
Este es un tema con el que siempre he tenido un conflicto, tanto como actor sordo como intérprete en general. Por un lado, entiendo que quieran asignar a personas con discapacidad auditiva para papeles de personajes sordos, porque podemos aportar una verdad y unos matices que alguien sin esa experiencia no podría ofrecer. Sin embargo, también creo firmemente que somos artistas y, como tal, nuestra labor es interpretar personajes y situaciones que no son las nuestras. Es un dilema complejo. Me encantaría que el mundo del teatro se abriera más a la idea de que los actores con discapacidad podemos interpretar cualquier tipo de personaje, no solo aquellos que se alinean con nuestra realidad personal. El problema es que todavía existe un prejuicio en la industria que nos limita a esos roles específicos. Si se nos diera la oportunidad de optar a cualquier tipo de papel, ese conflicto desaparecería, porque estaríamos compitiendo en igualdad de condiciones.
A lo largo de tu carrera, ¿cuáles han sido tus referentes en el mundo de la actuación, ya sea una persona con discapacidad o sin ella, que te haya inspirado?
En mi carrera no he tenido muchos referentes con discapacidad, y eso ha sido algo que me ha marcado. Mi camino ha sido bastante solitario en ese sentido. Sin embargo, siempre he admirado a personas que han tenido que luchar por abrirse camino en la industria, como David Ojeda, que ha sido una inspiración constante. Su perseverancia me ha demostrado que, aunque el camino esté lleno de obstáculos, la clave está en no rendirse. Otro referente importante para mí ha sido Julián Fuentes Reta. Él me abrió los ojos en muchos aspectos, mostrándome que hay personas normativas dispuestas a apostar por nosotros, los actores con discapacidad. El hecho de que, años después de trabajar juntos en Tribus, siga pensando en mí para nuevos proyectos es algo que me llena de gratitud y confianza.
¿Cómo ha evolucionado la representación de los colectivos con discapacidad en el mundo escénico en España? ¿Consideras que se han dado pasos significativos hacia una mayor inclusión?
Creo que sí se han dado algunos pasos, pero aún queda mucho por hacer. Se han empezado a ver más proyectos inclusivos y, aunque lentamente, se va normalizando la presencia de actores y actrices con discapacidad en el escenario. Sin embargo, todavía existe un largo camino por recorrer para que la industria vea a estos artistas como válidos para interpretar cualquier tipo de papel, no solo aquellos que reflejan su discapacidad.
Te has enfrentado a múltiples desafíos en tu trayectoria, pero también has demostrado una gran resiliencia. ¿Qué consejo le darías a jóvenes artistas con discapacidad que desean abrirse camino en el mundo del teatro?
Es importante que se formen y que estén preparados, porque aunque la industria aún tiene mucho que mejorar en términos de inclusión, cada vez más se valoran el talento y la preparación. Mi consejo es que se rodeen de personas que crean en ellos y que sigan su propio camino sin dejar que los prejuicios o las barreras externas les detengan.
En un mundo donde aún queda tanto por hacer en términos de inclusión, ¿qué mensaje te gustaría enviar sobre la importancia de la accesibilidad en las artes escénicas?
Hemos demostrado que una accesibilidad plena es posible. Ahora, intentemos garantizarla los 365 días del año.