El rodaje de Lo que el viento se llevó es un auténtico desastre. El productor cinematográfico, David O. Selznick, ha decidido frenarlo en seco para poder reconducirlo y que la película no deje de ser la que él siempre soñó. Pero el tiempo corre en su contra y cada segundo de parón le está costando una auténtica fortuna.
Acompañado de su aguda e infalible secretaria, la Srta. Poppenghul, decide convocar en su oficina a dos grandes de la época para intentar resolver la situación: su gran amigo y excelente guionista, Ben Hetch y el talentoso, aunque de carácter imposible director, Victor Fleming.
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