La obra más personal de Josep M. de Sagarra, junto con Ocells i llops y La fortuna de Sílvia
Sobre el estreno de Galatea en diciembre de 1948 en el Teatro Victòria, Josep M. de Sagarra recordaba que el insólito frío de aquel invierno y la falta de calefacción en el teatro hizo que el público viera la obra temblando sin quitarse los abrigos. La obra no fue bien recibida por la mayoría de la crítica, y Sagarra se quejaba de que lo hubieran insultado como si fuera un incendiario o un corruptor de menores. A pesar de todo, el dramaturgo no dejaba de defender su obra: «Con La fortuna de Sílvia, con Ocells i llops y sobre todo con Galatea creía, y creo sinceramente, que intentaba hacer un teatro más acorde con mi conciencia y más acorde con el clima espiritual de nuestro tiempo».